Epidemiología

Jesús Díaz, 12 Noviembre 2021

Introducción

 

Una epidemia es una enfermedad que afecta a un determinado grupo humano en un ámbito temporal concreto, una endemia es una enfermedad que se asienta de forma permanente en un grupo humano determinado, mientras que una pandemia es una epidemia que afecta a un área mucho mayor, como un continente o incluso el planeta entero, como puede ser el sida en nuestros días.

Desde la peste de Atenas en plena guerra del Peloponeso hasta el cólera, el tifus o la malaria, muchas han sido las epidemias, endemias y pandemias que han asolado a los distintos pueblos a lo largo de la historia. Estas son las principales:

La peste de Atenas. Fue la plaga más devastadora del mundo griego y fue documentada con detalle por el historiador Tucídides. Aquella peste – en la antigüedad todas las plagas se llamaban pestes – llegó desde Etiopía y según investigaciones actuales, pudo tratarse de fiebres tifoideas. Una de sus primeras víctimas fue el gran Pericles y en total pudo afectar a unas 50.000 personas, aunque algunos historiadores hablan de 300.000.

Peste Antonina. Como Grecia, Roma también tuvo su gran plaga en el siglo II, en tiempos de Marco Aurelio, que fue además una de sus insignes víctimas. La peste antonina – llamada así por el propio emperador, que pertenecía a la familia de los antoninos – fue devastadora en la capital, Roma, y se extendió por toda Italia llegando incluso a las Galias. Entre otros síntomas, la peste causaba ardor en los ojos y en la boca, sed y abrasamiento interior, fetidez en el aliento, piel enrojecida, tos violenta, gangrenas, delirios y muerte a los nueve días.

Peste justiniana. El emperador Justiniano también padeció una terrible plaga que pudo originarse en Egipto, según la describe Procopio y que comenzaba por una fiebre súbita, seguida de hinchazones en las axilas, los muslos y detrás de las orejas. La peste justiniana, mezcla de varias plagas como la peste bubónica y quizás la viruela o el cólera, fue terriblemente letal, mató a más de 600.000 personas, a razón de unas 10.000 al día.

Peste bubónica o peste negra. La gran epidemia de la Edad Media fue la peste negra, que asoló todo el continente europeo desde mediados del siglo XIV. La epidemia pudo llegar de la India y lo habría hecho a través de los comerciantes italianos que mantenían relaciones mercantiles con el continente asiático. La letalidad de la peste fue terrible, en algunas zonas alcanzó a los dos tercios de la población y generó una gran despoblación que afectó principalmente al campo, que quedó vacío mientras las ciudades empezaban a llenarse.

La viruela. Introducida por los conquistadores españoles en América, la viruela funcionó en el nuevo continente como una auténtica plaga y fue un aliado esencial de Hernán Cortés en la caída de Tenochtitlán. Se cree que tras la conquista, la viruela pudo esquilmar hasta a un tercio de la población indígena de América. En 1796, se encontraría una vacuna para la viruela.

El cólera. Esta epidemia de origen asiático llegó a Europa en 1830 y causó 30.000 muertes en Londres en menos de dos décadas, hasta que el doctor John Snow descubrió que todas ellas tenían en común el agua del pozo de Broad Street. La llegada del cólera a España fue aún más devastador y los dos primeros brotes en 1843 y 1854 causaron más de 300.000 muertos. A partir del siglo XX esta enfermedad se trasladó a Asia y África, donde continúa en activo.

El escorbuto. Esta enfermedad era endémica en los viajes transoceánicos y también en los países del Norte durante la Edad Media, de donde viene su nombre. El escorbuto acompañó a los marineros españoles y portugueses durante años, sufriéndola en sus viajes marinos tan ilustres como Vasco de Gama y Magallanes. Hasta mediados del siglo XVIII no se relacionó con la falta de vitamina C provocada por la carencia de frutas y verduras frescas en la dieta.

Fiebre amarilla. Si los españoles llevaron a América la viruela, sucumbieron allí con frecuencia de fiebre amarilla. Con frecuencia se producían brotes en los meses de verano, desaparecía durante las estaciones frescas y reaparecía con toda su fuerza al verano siguiente, aunque los que ya habían sido contagiados eran mucho más resistentes a cogerla de nuevo. La enfermedad no brotó sólo en la época de la conquista, sino que se extendió hasta el siglo XIX.

La sífilis. Sus primeras referencias se remontan al Renacimiento y el organismo que la causa es el Treponema pallidum. La sífilis es una enfermedad exclusiva del hombre que llegó a Europa procedente de América. Probablemente se propagó por Europa tras el sitio de Nápoles en 1495. Fue contagiada por los españoles a las prostitutas italianas y tras aquello, se propagó por toda Europa como un estigma que se contagiaba con los placeres carnales. A comienzos del siglo XX, el 15% de la población europea la padecía, entre ellos Beethoven, Oscar Wilde, Colón, Baudelaire, Van Gogh, Nietzsche, James Joyce o Hitler.

La polio. La poliomielitis se conoce desde hace tres milenios, aunque su vacuna tenga poco más de medio siglo y hasta entonces se haya mostrado con persistencia en todos los continentes, sin distinción entre pobres y ricos. De hecho algunas de las epidemias más importantes se dieron en países como Suecia o Estados Unidos, siendo conocida la que se desarrolló en Nueva York en los años veinte y que contagiaría al presidente Franklin Roosevelt.

La malaria. La malaria o paludismo mata a día de hoy a más de medio millón de personas al año, principalmente en África. Gracias al DDT desapareció de Europa, donde era endémica en países como Grecia o Italia. En España pasó de 400.000 casos y más de 1.300 muertes en 1943 a desaparecer por completo en la década de los sesenta.

El sida. Comenzó oficialmente en junio de 1981 cuando se atribuyó a cinco casos de neumonía en Los Angeles y a otros casos de sarcoma de kaposi. La mayoría de los pacientes eran hombres homosexuales y sexualmente activos, muchos de los cuales sufrían otras enfermedades crónicas. En 1982 la enfermedad fue bautizada con el nombre de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

 

Parece ser que las epidemias tienen un caracter natural regulador de la demografía.
Por tanto la tasa demográfica es un factor que puede determinar la intensidad del contagio.
La OMS Atlanta, Londres
La gripe española 1918
La gripe española infectó un tercio de la población mundial (o aproximadamente 500 millones de personas en ese tiempo), y causó alrededor de 50 millones de muertes.
La pandemia de 1918 en seres humanos se asoció inicialmente con el H1N1,40​ reflejando la posible zoonosis del patógeno, ya fuera del cerdo a humanos o viceversa.
La gripe porcina en norteamérica  1976, catástrofe política
Los cuatro meses que transcurrieron desde octubre de 1976 a enero de 1977 fueron únicos en los anales de la epidemiología de los EEUU.
Las cepas de la temporada 1975-76, A/Port Chalmers/1/73, A/Scotland/840/74 y B/Hong Kong/15/72. La vacunación antigripal, obligatoria para los soldados, fue también ofertada al personal civil y a las familias de los militares, que la aceptaron en un 40%.
El 23 de enero el coronel Bartley, preventivista de Fort Dix, tras conocer el aislamiento en 2 casos de adenovirus tipo 21 sospecha de un brote y lo notifica a las autoridades sanitarias locales y del estado.
De las 19 muestras que recibe se identifican algunas como virus gripal H3N2 (A/Victoria), otras resultan desconocidas.
Los tests de anticuerpos sugerían una similitud entre el antígeno encontrado y el virus responsable de la pandemia de 1918.
Causas generales de las infecciones masivas

Palabras clave:  el parte médico, ecología de los patógenos,

Posibles causas:

  • Microbios, bacterías, microplasma, protozoos, hongos, virus, viroides, priones, etc
  • Contaminación de alimentos en:  el tratamiento del agua, aceite
  • Nutrición deficiente (inmunidad)
  • Condiciones socio-económicas
  • Circunstancias ambientales

 

Las vacunas
El abuso de los antibióticos
La prevención de las enfermedades en la administración pública (sistema sanitario)
  • Venta y comercialización de alimentos
Capitulo 1
Intoxicación masiva sufrida en España 1981
El síndrome del aceite tóxico, también conocido como síndrome tóxico o enfermedad de la colza fue una intoxicación masiva sufrida en España en la primavera de 1981. Según la sentencia, el aceite de colza, desnaturalizado para uso industrial, fue desviado conscientemente y por «un desmedido afán de lucro«, al consumo humano.
Redacción
Un patógeno (agente biológico patógeno), es un microorganismo capaz de producir enfermedad o daño a la biología de un huésped, sea animal o vegetal.

El caso de la neumonía atípica, el síndrome del aceite tóxico, la infección es causada por bacterias diferentes de las que las más comunes que causan la neumonía típica.
El tóxico parece ser acetil anilida.

 

Los laboratorios
Los laboratorios de los hospitales no están preparados para hacer estudios químicos de gran complejidad y si para la medicina clínica diaria. No están preparados para una alta investigación y necesitan personas más especializadas en esos análisis no diarios o periódicos.

 

17-24 de diciembre de 1984

Tres años y medio después de que se iniciara la tragedia atribuida al aceite de colza adulterado, que causó la muerte a 352 personas y ha producido lesiones irreversibles a otras 24.000, los resultados de nuevas investigaciones científicas sostienen que no fue el aceite el culpable. El «Nemacur», un producto de la firma Bayer que se usa en agricultura para matar gusanos, aparece en estos informes como desencadenante del llamado «síndrome tóxico».

La respiración

Dióxido de carbono (CO2) en la sangre

El dióxido de carbono (CO2) es un gas sin olor ni color. Es un producto de desecho producido por el cuerpo. La sangre transporta el dióxido de carbono del cuerpo a los pulmones. Usted inhala oxígeno y exhala dióxido de carbono todo el día, diariamente, sin pensarlo. El análisis de CO2 en sangre mide la cantidad de dióxido de carbono presente en la sangre. Mucho o poco dióxido de carbono en la sangre podría indicar un problema de salud.

Otros nombres: contenido de dióxido de carbono, contenido de CO2, análisis de sangre de dióxido de carbono, concentración de bicarbonato en sangre, bicarbonato en sangre, CO2 total, TCO2, CO2, HCO3
¿Para qué se usa?

El análisis de CO2 suele ser parte de una serie de pruebas de electrolitos llamadas ionograma. Los electrolitos ayudan a equilibrar los niveles de ácidos y bases en el cuerpo. La mayor parte del dióxido de carbono del cuerpo está en forma de bicarbonato, un tipo de electrolito. El ionograma puede ser parte de un examen de rutina. Esta prueba también permite vigilar o diagnosticar problemas relacionados con un desequilibrio hidroelectrolítico, por ejemplo, enfermedades de los riñones, pulmones o presión arterial alta (hipertensión).
¿Por qué necesito un análisis de CO2 en sangre?

Su médico o profesional de la salud puede pedir un análisis de CO2 en sangre como parte de un control de rutina o si usted tiene síntomas de un desequilibrio hidroelectrolítico, como:

Dificultad para respirar
Debilidad
Cansancio
Vómitos o diarrea prolongados